Los finales felices quizás existan pero este no ha sido el
caso. Todo comenzó con un para siempre y eso pensábamos que lo nuestro duraría.
Los meses pasaron y quizás todo se convirtió demasiado en una rutina. Si
hubiera sido una rutina a tu lado no me hubiera importado, créeme, pero no lo
fue. Fue una rutina sin ti. Todo pasó de sonrisas a enfados y de vernos cada
vez menos. La distancia fue un inconveniente, sí, lo fue, pero intentamos que
no se metiera en la relación porque las relaciones son de dos no de tres o más.
La distancia es una mierda y eso tú y yo lo sabemos pero es demasiado fuerte.
Siempre está eso que dicen de que si amas a una persona no debería de
importarte la distancia, pero si los días que no ves a esa persona te los pasas
discutiendo no puedes hacer mucho más. Le amas, sí, pero por mucho que sea así
sabes que no es el amor de tu vida. Soy muy joven, simplemente diecisiete años
de vida, no tengo coche ni mayoría de edad y por ello no pude verte todas las
veces que me hubiera gustado. El año que viene habrá más distancia por lo que
hasta puede que nos haya venido bien haberlo dejado ya, luego dolería más.
Aunque duela, aunque hayamos pasado unos meses maravillosos, por mucho que nos
queramos, es lo mejor. Tú y yo lo sabemos. No es un para siempre, el para
siempre no existe, son los padres.